jueves, 31 de diciembre de 2009

The Big Trip: Whitsundays, 5 días.

El día 25 de noviembre acabé los exámenes, recogí y limpié el cuarto, hice la maleta y al día siguiente por la mañana temprano me fui con Nick a Whitsunday Islands.


Llegamos desde Brisbane a Hamilton Island. Hay también vuelos a la costa, pero el aeropuerto (Proserpine) está lejos, y Airlie Beach, que es el pueblo de donde salen los barcos a las islas no tiene nada que ver, es un pueblo dormitorio. En el camino que nos llevó desde Hamilton a South Molle Island, donde nos quedamos, vimos una tortuga marina enorme. Son muy difíciles de ver, porque sólo suben a la superficie para respirar durante unos segundos y después desaparecen en el fondo. El complejo turístico donde nos quedamos estaba casi vacío, lo teníamos para nosotros solos. Eran bungalows rodeados de mucha vegetación, como una selva, y a la orilla de la playa. Teníamos una serpiente viviendo en los arbustos y un nido de hormigas verdes a la puerta de casa. (De las que les chupas el abdomen y sabe a pica pica.)


Las playas allí no son como en Sunshine Coast, son estrechas y poco profundas, de rocas y esqueletos de coral. Sólo hay algunas playas de arena, pero supongo que están en las islas privadas y las islas para ricos. La playa de arena más famosa es Whithaven Beach, que está hecha de sílice casi al 100%, y es de la que está hecho el telescopio Hubble. Al día siguiente fuimos a explorar la que posteriormente supimos que era Middle Molle Island, trepando por rocas llenas de caracolillas diminutas que se clavan en los pies. Al llegar a la arena no fue mucho mejor, porque el coral pincha bastante. Tuvimos que volvernos pronto, porque el camino que une South Molle con Middle Molle se cubre cuando sube la marea.



Los demás días seguimos explorando casi todos los demás senderos, que te llevan por la isla entera. Sandy Beach me pareció decepcionante en cuanto llegamos: también tiene esqueletos de corales por todas partes, y no te puedes bañar en condiciones porque el agua no es profunda y los corales son grandes. De todas formas, cuando sube la marea es más fácil bañarse, y merece la pena. El paisaje es precioso, y la sensación de soledad total da un poquito de susto.Digo sensación nada más porque de vez en cuando parejas o grupitos de turistas aparecía en las playas montados en lanchas y veleros de alquiler, que venían desde las islas de alrededor.



El domingo hicimos una excursión de un día con un grupo de gente a Whitheaven Beach. Paramos también para hacer snorkel un rato y ver los corales vivos.


El sitio para hacer snorkel no era espectacular, los corales estaban esparcidos entre las algas muy separados. Pero la gente descubrió un montículo enorme, lleno de corales desde el fondo hasta arriba, a menos de un metro de la superficie. Estaba repleto de corales naranjas y amarillos, almejas gigantes del tamaño de dos cabezas, y bancos de peces pequeños brillantes azules y lilas. Había también algún pez aguja, y anémonas. El tiempo que estuvimos allí me pareció ridículo, a mí que me gusta observar cada mínimo detalle y estuve nadando alrededor y por la superficie del montículo, y bajando a lo oscuro hasta que me dolieron los oídos.

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